La puerta

No se dio ni cuenta cuando al salir, la puerta se devolvió con tal fuerza, que rompió la nariz y los dientes.
El golpe, hizo que cayera al piso, con la mente aturdida. Tratando vanamente de incorporarse, se tocó con las yemas de los dedos la nariz, ya no sangraba, sólo dolía.
Sin embargo, sentía como el mundo no dejaba de girar.
Un hilo de sanguinolento recorrió la comisura de sus labios, al apretarlos sintió los dientes rotos.
No obstante no podía incorporarse, el aturdimiento había pasado al letargo.
El techo blanco, poco a poco comenzó a oscurecerse hasta llegar al negro. Sin pensarlo dos veces sucumbió al sueño, total mañana sería otro día.

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