Poema de Mi Bisabuelo a mi bisabuela

Ojala una vez muerto el perro se termine la rabia.

La frase se la escuche a un técnico de fútbol. Nada sabia del balón pie el caballero, pero sí de la vida. Hoy veo dejos de tristeza, contrastada con alegría desmesurada frente a un acontecimiento inevitable.
La muerte.
El señor de la guadaña y la túnica negra, se llevo al dictador, al asesino, al segundo padre de la patria, al libertador del yugo comunista.

Llame al caballero como usted quiera.
Lo cierto es que las odiosidades volvieron, en una muestra social de catarsis. Estaban durmientes y sucumbieron ante la noticia. Es cierto, durante el gobierno del señor Pinochet, murió mucha gente, se torturo mucha gente. Pero sin justificar lo injustificable no fue el único, Stalin fue mucho peor.
Algunos dicen que Fidel es mucho peor.
A lo que voy son dos cosas, primero que el fanatismo ignorante es caldo de cultivo para estos personajes.
Segundo, Pinochet nunca actuó solo.
No.
Actuó amparado por una derecha elitista que ahora le da la espalda, por militares que secundaron sus mandatos.
No es justo que los miles de Pilatos se laven las manos en el féretro de un viejo de 91 años.
No es justo que las odiosidades sigan trasformándose en hereditarias, la mitad de la gente que vi expresándose, ya sea llorando con rabia e impotencia o eufóricamente celebrando, no pasa de los 33 años.
¿Qué onda?
No señor.
Ojala una vez muerto el perro se termine la rabia