El Laberinto del fauno

"Impávida e inerte, Ofelia, sólo escucha su respiración. La cual, se va apagando poco a poco. Su sufrimiento, sólo es mitigado por un arrullo ante su último suspiro, que sólo espera, lo inminente"

No puedo renunciar a mi esencia, definitivamente.
Soy soñadora, que cree en la redención consecuente.
No, en dios. Si no, en la fábula.
En la magia.
La inocencia por sobre todo.
Sin muchas expectativas, quise ver esta película del español Guillermo del Toro. El Laberinto del Fauno, acostumbrada al aire sombrío y hasta tenebroso de sus películas. (El día de la Bestia)
Pero me encontré, con otra cosa. Sin dejar la frialdad del lado, nos lleva a las contradicciones de este mundo, como la lucha ideológica saca lo peor del hombre, como una niñita que le gusta leer, escapa del mundo opresor de Franco.
De cómo, por sobre todo, un poco de magia nos endulza la vida.
Volví a llorar, volví a creer por un segundo en los cuentos de hadas, los cuales se pueden hacer realidad.
No esos típicos, si no, los que implican sacrificios. De esos, que no estamos dispuestos a hacer todos los días.

El descontexto del MHN:Mi encuentro del tío George

Últimamente todo esta sacado de contexto. Duchamps, hace más de 50 años sacó, un urinario del baño, llevándolo al museo. Warholl, se rió de nuestros deseos. Retratando por más de 20 años a artistas, y objetos que a él mismo, le recordaban sus carencias de infancia. Observamos el mundo, como si no fuera parte de nosotros. Cada vez, cuesta menos impresionarse con el arte. Cada vez, cuesta menos al ciudadano común. Entender el arte.
Me di cuenta de esto, al llevar a Matucana 100 a mi mamá, a una muestra audiovisual de arte moderno. No entendió nada. Dijo, que no le gustó. Mi mamá no es una persona ignorante, posee dos títulos universitarios. Simplemente no entendió, el contexto del arte moderno representado en la exposición de Matucana.
Después el paseo para mí se convirtió en más bizarro. Llegamos al Museo de Historia Natural. Recorrimos rápidamente, la primera parte de la exposición. En donde lo más resaltante no era la muestra en sí. Animales de distintas partes del país, disecados, fósiles de hace mil años, etc. Si no un niño, que se las dio de guía. Explicando de memoria cada parte del museo. Era, como un autómata.
Todo básicamente aburrido, hasta que llegue a la parte de animales disecados, allí había un gorila gigante. El cual, imponente al principio, no hizo más que hacerme reflexionar. "Mira, el tío George", me dijo mi madre, cuando se acercó. Reí al principio, pero después me di cuenta que él también estaba sacado de contexto. Estaba siendo observado años x, inmutable y disecado. Sin decirnos, nada sobre su realidad, sobre su entorno.
Sentí como sí, Sir Arthur Connan Doyle, se acercará con su lupa del siglo 18 y me dijera, el tío George es una pieza clave en una investigación. Entendí que Claude Levi Strauss, durante su viaje etnográfico, entendió mucho, pero no entendió nada.
Claro, gracias a sus estudios nació el estructuralismo y toda esa corriente. Pero de los indígenas, entendió pocazo. El siglo de las luces, le había nublado la mente. No se descontextualizó. El seguía siendo europeo. No podía entender toda la realidad de los indígenas. Así, como yo nunca iba a entender la realidad que vivió el tío George, antes que lo cazaran para ser expuesto en un museo. Ya que no estaba en ese momento, ya que no soy de su especie, ya que no vivo en su contexto.
Por ultimo, lo que más me preocupó fue el hecho que hubieran 3 gorilas estando en peligro de extinción, y vi a un papá diciéndole a un niño: "mira hijo un gorila vive en África", pensé que luego tendría que hablar en pretérito. Pero eso, señores es harina de otro costal.

Réquiem a dos perros

Recuerdo el día en que te fui a buscar hace casi 10 años. Eras una bolita blanca y peluda, la cual me llamo atención al instante. Recuerdo que mi mamá no te quería a ti, si no uno plomo, sin embargo yo insistí. Te llevamos y te convertiste en el niño regalón de la casa. El niño mimado, pero sin embargo profundamente rebelde.
Recuerdo cuando te arrancaste por que mi mamá te hecho por romperle una planta.

Estuve tres días buscándote hasta que te encontré y te traje en brazos. Recuerdo cuando abriste el refrigerador y te comiste una fuente con lasaña, tú gusto particular por el ajo y la pimienta. Tus fuertes eructos y la vez que saliste volando cuando te dio la corriente. Pero principalmente recuerdo, la vez que me defendiste de otros perros y como me sentía segura, al lado de mi perro rasca. Si, mi Kimba perro rasca, pero fiel. El que se enojaba cada vez que me veía desde que me vine y se arrancaba y no volvía en un par de días. De ese que se tomaba los conchos de cerveza, de ese que no me pude despedir el día que partió.

Recuerdo también el día en que llegó tu eterno compañero, el que te viste en la obligación de terminar de criar, el cual nadie quería mucho en la casa. Era un perro arrogante, mamón y odioso. Sin embargo, igual que el Anakin, fílmico te redimiste al final. Tu gestó perdonó todas tus odiosidades, te moriste de amor. Te moriste al ver que tu compañero de toda la vida se había ido. No quisiste vivir más. Y la vida se te fue, en una inyección para no verte sufrir más.

Este es mi humilde carta de despedida y agradecimiento por tan buenos recuerdos. Los echare de menos, tal como a tantas cosas y a tantos otros. Sin embargo, su recuerdo vivirá en mí para contar su pequeña historia perruna.

Carla

La consecuencia inconsecuente

Nació cómo una apuesta loca con mi amigo Manuel Estay, sobre escribir algo sin necesidad de vivirlo y hacer creer a todos que es realidad.
Nació, simplemente por que tenía ganas de escribir.
Nació, antes de los ataques de pánico e inconscientemente me ayudo a luchar con ellos.
Me reforzó.
Aunque sea una historia turbia desde algún punto de vista conservador y de mente estrecha.
Yo sólo la veo cómo un encuentro personal con parte de mí. Un ejercicio muy al estilo de Woody Allen. Tal vez, una forma muy descabellada de aprender a amarme.
De abstraerme para volver a armarme, tal estructuralista.
Sin embargo, no me di cuenta que tomó vida propia como toda creación.
Qué los personajes pese a tener atisbos míos, no son yo, son ellos mismos. Por supuesto que no son yo, yo voy para otro lado.
Son ellas mismas, Camila y Marcia, periodista y diseñadora, su historia de amor.
Estas lista, consecuencia inconsecuente.
Sólo falta gente que te quiera leer o sencillamente se atreva.
Y ver si algún día vez la luz en papel y te vea impreso.

Peta

Con mi cabeza disparatada olvide tu aniversario, inclusive olvide el cumpleaños de tú hijo.
Pero algo hizo que no te olvidara completamente.
Ayer, sin querer revisando un antiguo fotolog de terra encontré está foto.
La baje y la arregle.
Después la puse en el MSN.
Sin todavía recordar el día 30.
Tú hiciste que te recordará. Ya tengo completamente claro quien es mi ángel guardián, o ¿no abuelita?

La traición o el poder de la ignorancia

Siento risas en la pieza de al lado, no son en contra mía. Si no producto de un programa de televisión divertido. Sin embargo, me molestan. No es el hecho de la alegría ajena. Dejemos en claro que ya no soy el Grinch. Si no que la risa abunda en la boca de los tontos, dicen, me encanta reír. Pero en este caso viene en gente con poca perspectiva.
Gente que teme de mí.
Por ignorancia.
O mejor dicho, dice temer a mi patología, si se puede llamar patología.
Cómo excusa simplista.
Facilita. Tonta.
Se van.
No tengo problema.
Pero que no me tengan a mí como excusa. No hay que perder la perspectiva y la ignorancia va de la mano con eso. No hay más burro, más burro que el que dice que siempre tiene la razón.
Nadie tiene la razón en esto.
Sólo como siempre, son circunstancias para aprender y madurar, no se puede obligar a nadie.
Sólo molesta que no te lo digan a la cara. Eso es todo.
Definitivamente el miedo y la ignorancia van de la mano.