...

Un frío y helado día de invierno te vi partir de mi lado. Con las manos congeladas te dije adiós, tratando de burlar los recuerdos, ahora mustios de mi cabeza. Tratando, de desenterrar la historia que nadie cuenta, como dice un son nacional. Allí iba mi esperanza contigo, esa de querer un mundo mejor, esa que me obligaba a ser mejor persona. Tal vez, ya mi tiempo comprometido se acabo. O solo tal víbora, tengo que cambiar de piel.

Adiós proyecto, hola realidad.

Y si el sol no entra abre la ventana..

Así me decía una sabia persona cuando la inercia me atacaba. En los días raros esos fríos y sin vida es algo que sirve mucho. Abrir la ventana a nuevas posibilidades, a nuevos tiempos. No hay que autocompadecerse no. Sólo no rendirse, aunque el cuello duela, y los huesos molesten.

No me canso de escuchar esta canción ni de ponerla acá una y otra vez.

Bueno Juana Fé.

Si el nombre nos dice de fé. Intangibles, trabajar con intangibles, la esperanza y el amor. En un mundo más prospero, más tolerante.

Si tolero estar cesante, pienso con paciencia que va a mejorar, que volveré a escribir algo interesante y no llorón.

Si se viene algo mucho mejor.



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publicitando.... el proyecto

¿Y tú creías que no iba a pasar?

La ingenuidad nos mata, nos acosa. Somos niños dentro de un cuerpo de adulto, queremos afrontar cosas, pero cuando estas se nos vienen encima sólo tendemos a reaccionar con un puchero.

Si… ese puchero regalón y mimado vestigio de nuestra infancia ochentera. Uno confía en los amigos, supuestos, amigos de cálida voz y largo pasar, pero no se cuenta que su naturaleza humana tiende a traicionar. Tiende a hablar más de la cuenta, a decir lo que no se debe, ya que no se sopesan las consecuencias de los actos.

No tendemos a pensar con la cabeza, hace algún tiempo que no pienso con ella. Creo que deberé evaluar sus posibilidades de vuelta a las canchas. El matahari de mi intelecto dejará la penumbra invernal y cobrará fuerzas. Bueno… Lo hecho… hecho está. Y la principal culpable es mi ingenuidad nativa, esa que creo no volverá a salir en mucho tiempo.

La ingenuidad nos mata, nos acosa. Somos niños dentro de un cuerpo de adulto, queremos afrontar cosas, pero cuando estas se nos vienen encima sólo tendemos a reaccionar con un puchero.

Si… ese puchero regalón y mimado vestigio de nuestra infancia ochentera. Uno confía en los amigos, supuestos, amigos de cálida voz y largo pasar, pero no se cuenta que su naturaleza humana tiende a traicionar. Tiende a hablar más de la cuenta, a decir lo que no se debe, ya que no se sopesan las consecuencias de los actos.

No tendemos a pensar con la cabeza, hace algún tiempo que no pienso con ella. Creo que deberé evaluar sus posibilidades de vuelta a las canchas. El matahari de mi intelecto dejará la penumbra invernal y cobrará fuerzas. Bueno… Lo hecho… hecho está. Y la principal culpable es mi ingenuidad nativa, esa que creo no volverá a salir en mucho tiempo.

Dunas Antofagasta

Estoy empezando a hechar de menos el norte... y muchas cosas...