El tiempo se restableció y el orden lógico de las cosas volvió a ser el mismo, ya no hay pena ni gloria. No estoy en una eterna dicotomía extrema anímica. No, parece que los atisbos de sol primaveral apaciguaron la balanza dispar.
Si eso es bueno, había dejado de lado uno de los placeres mundanos más grandes de la vida, escribir. Vomitar letra tras letra, ya sea de coherencias o incoherencias, solo vomitarlas.
Heme acá, resurgiendo la pluma, regurgitando expresiones, sentimientos. Solo puedo decir. Bienvenida primavera.
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