!Vamos que se puede¡

Siempre me decía un viejo amigo. Tú eres especial, me decía mi profesora de yoga, tienes buena pluma aseveraban otros.

Nah!

Todos somos especiales, somos únicos.
No solo yo.

Hasta el más remotamente ser del espacio exterior. Hasta el niño que juega con tierra en la espesura del valle de San Pedro.
Vamos que se puede, me dice la voz interna de mi cada vez más lejana conciencia, esa que últimamente hago oídos sordos.

Es una lucha, pero no contra gigantes como dice la canción, si no con los fantasmas internos.
Mis pies están llenos de callos productos de los tropiezos, sin embargo, están más fuertes, pisando más determinados.

La tarde otoñal me eriza los pelos, pensando en cada propósito de este año. Sí. Hablo de proyecciones esas que se habían esfumado, retorcido, tal carta de amor incumplida quemada.
Estamos acá, Wonderland, se cambió de lugar.

La madriguera, está lista como planta de marihuana en abril.

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